domingo, 30 de dezembro de 2012

Importante rubrica para o nosso coro

Que seguimos sempre que a fortuna e o obrigação do jejum eucarístico o permitem.

Vis tu bene discantare primitus habeas unum ciatum boni vini, et da puero porcionem suam.
Postea bene cantabis alicriter, et est de more.
Barcelona, Bib. de Catalunya, MS 883, fol. 78v

domingo, 16 de dezembro de 2012

Música Própria do 4º Domingo do Advento / Dominica IV Adventus

Partituras:
  • Próprio autêntico (PDF) 
  • Ofertório autêntico com versículos (PDF) 
  • Próprio simples em Português em tom salmódico (Gdrive, MP3, MP3 solmização)
  • Outras partituras ao longo desta página.

Este Domingo é também conhecido por Domingo Rorate, devido à 1ª palavra (o incipit) com que se inicia o cântico de entrada (intróito) desta Missa:

Desça o orvalho do alto dos Céus
e as nuvens chovam o Justo.
Abra-se a terra e germine o Salvador.

Gravação deste intróito pelo projecto Graduale, de Košice, na Eslováquia:





Não deixeis de ler o excelente artigo escrito pelo Maestro Fulvio Rampi sobre este intróito, nem de escutar a interpretação dos Cantori Gregoriani de Cremona, na Itália:

Obras maestras del canto gregoriano / "Rorate caeli"

Es el introito del cuarto domingo de Adviento. En una nueva ejecución que nos ofrecen los "Cantori Gregoriani" y su  Maestro


de Fulvio Rampi




TRADUCCIÓN


Destilad, cielos, como rocío de lo alto
y derramad, nubes, el Justo.
Ábrase la tierra
y produzca el Salvador.

Los cielos cuentan la gloria de Dios,
la obra de sus manos anuncia el firmamento.

Destilad...

(Isaías 45, 8 / Salmo 18, 1)


ESCUCHA







GUÍA A LA ESCUCHA


El cuarto domingo de Adviento estaba marcado, en los antiguos libros litúrgicos romanos, como domingo que  "vacat”, que falta, porque la vigilia, que tenía inicio la noche anterior, se concluía al alba con la misa, que sustituía al oficio litúrgico dominical.

Sólo a partir del siglo VIII, cuando los ritos de la vigilia se adelantaron al sábado por la mañana, el domingo fue dotado de misa propia.

Dicha anomalía nacía del hecho de que la tercera semana de Adviento coincidía con las “tempora" de invierno, es decir, una de las llamadas cuatro "tempora”, que correspondían al miércoles, viernes y sábado de inicio de cada una de las cuatro estaciones. En estos días, caracterizados por la oración y el ayuno, se realizaban las ordenaciones de los obispos, sacerdotes y diáconos.

Suprimidas en la liturgia actual, las cuatro "tempora” eran un vivo testimonio de apego a la tierra, expresado con un evidente carácter de solemnidad rural: una especie de fiesta de las estaciones, para atraer sobre los frutos de la tierras las bendiciones de Dios y para darle las gracias por la cosecha. La liturgia de las cuatro "tempora” se convertía en símbolo de dicha riqueza de dones, modificando su habitual estructura añadiendo, el miércoles, una lectura con su correspondiente canto gradual y con otras siete lecturas más en la celebración del sábado, intercaladas a su vez por graduales, himnos y  "tractus".

Nuestro cuarto domingo de Adviento quedaba, así, un poco ensombrecido por esta semana de agradecimiento solemne y especial. De domingo "vacante" se ha convertido, posteriormente, en el último domingo de este tiempo litúrgico, pero sin la dotación de nuevos textos para los cantos del propio. Estos, efectivamente, se retomaron de la misa del miércoles precedente y se adaptaron a la liturgia dominical.

La misa de la "feria IV", es decir, el miércoles, de las "tempora" de Adviento se llamaba, en época medieval, “missa aurea beatae Mariae” porque era de entonación marcadamente mariana y en ella se hacía memoria de la profecía de Isaías sobre la virgen que concibe y da a luz al Emanuel, el Dios-con-nosotros.

Hoy, por tanto, volvemos a encontrar en los cantos propios de esta misa una evidente impronta mariana, en especial en el ofertorio “Ave Maria” y en el communio “Ecce virgo concipiet”.

El introito “Rorate caeli”, por su parte, aunque constituye parte integrante y “título” de esta misa, merece alguna otra observación.

El texto de esta pieza es la versión fiel de un versículo de Isaías. Contrariamente a cuanto se ha visto en el segundo domingo de Adviento en el introito “Populus Sion”, en este caso no se ha llevado a cabo ninguna operación sobre el texto bíblico: no hay centonizaciones, adaptaciones o modificaciones del texto, que se presenta exactamente como aparece en la versión latina de la  Vulgata de Jerónimo.

Sin embargo, bien considerado, el mismo Jerónimo aportó dos modificaciones al texto original hebreo. Respecto a las recientes traducciones de la Biblia que se basan, efectivamente, sobre el texto original en lengua hebrea, observamos en Isaías 45, 8 dos variaciones importantes: “iustum”, el Justo, ha tomado el lugar de “iustitiam”, la justicia, y “Salvatorem”, el Salvador, ha sustituido a “salvationem”, la salvación.

La traducción en clave cristológica de Jerónimo aparece aquí en toda su evidencia y fuerza expresiva. Los conceptos de justicia y de salvación se encarnan en la persona del Justo, del Salvador. La profecía de Isaías se encarna en la figura de Cristo el cual, no es casualidad, se convierte el miércoles de las "tempora" invernales en “fruto de la tierra” y don de las nubes del cielo.

El Adviento en la carne, misterio de la encarnación, es aquí celebrado en toda su humanidad y, en consecuencia, es asociado, en los otros cantos de la misa apenas citada, a la figura de la Virgen madre.

La arquitectura sonora pensada por el canto gregoriano para el "Rorate" es sorprendente, ya desde la puesta en música de algunos “ostinatos”. Del mismo modo que “desuper” (de lo alto) se mueve en las tesituras más agudas, “pluant iustum” (derramad el Justo) se realiza en línea descendente a través de una “lluvia” de notas.

Del mismo modo, en la frase conclusiva, la “tierra” coincide con la zona más grave de la construcción melódica y determina, en relación con la estructura de la primera frase, un claro timbre de “protus autentico”, como primer modo desde el que parte la clasificación modal del "octoechos" gregoriano.

Pero que este introito está bien fundado en el primer modo lo declara también, de manera aún más clara e inequívoca, el incipit de toda la pieza.

El imperativo “Rorate” está proclamado con una formula típica del primer modo: una formula definida “de acento”, pero que en realidad no se limita simplemente a resaltar una sílaba tónica. Se trata, en cambio, de un verdadero y propio timbre expresivo, declarado desde el inicio y que señala el vértice “acentuativo” de toda la composición y que, como tal, colorea todo el introito y condiciona, de modo unívoco, el esquema modal.

Al imperativo “Rorate” se le reconoce, por tanto, un espesor retórico muy particular: distinto, evidentemente, del imperativo apostólico de Pablo que resuena en el introito del tercer domingo de Adviento. En ese “Gaudete”, de hecho, el acento no estaba definido, porque la verdadera meta “acentuativa” estaba pospuesta en el "semper" que cierra la primera semifrase: “Gaudete in Domino semper”, - estad siempre alegres en el Señor -.

La fuerza expresiva del “Rorate” se convierte en símbolo de una espera que es cada vez más trepidante y que la liturgia del Oficio Divino de los últimos días de Adviento resume en las célebres siete antífonas al Magnificat, llamadas “antífonas O” por su incipit: “O Sapientia", "O Emmanuel", "O Adonai"...

La antigua monodia gregoriana, en resumen, nos advierte con intensidad creciente que el tiempo de nuestra salvación está cerca y se hace voz de la Iglesia que invoca la venida de su Señor.
21.12.2013 

Versão simplificada deste intróito (cfr. antífona da liturgia das horas com o mesmo texto em P-BRs ms.028):

name:4º DOMINGO DO ADVENTO;
user-notes:Intróito;
annotation:IV;
commentary:Isaías 45,8. Salmo 18;
%%
(f2) Ro(e)ra(d)te(e) cae(g)li(g) de(g)su(i)per,(h) (,) et(h) nu(g)bes(h) plu(i)ant(g) Ius(h)tum,(h) (;) a(h)pe(d)ri(h)a(g)tur(f) ter(ed)ra,(e) (,) et(d) ger(c)mi(d)net(ef) Sal(g)va(f)to(e)rem.(e) (::)
<c><sp>V/</sp>.</c> Cae(hg)li(gh) e(h)nar(h)rant(h) glo(hg)ri(gi)am(i) De(hi)i(h) (;) et(hg) o(gh)pe(h)ra(h) ma(h)nu(h)um(h) e(hi)ius(h) (,) an(h)nun(h)ti(h)at(h) fir(hf)ma(gh)men(g)tum.(e) (::)
<c><sp>V/</sp>.</c> Glo(hg)ri(gh)a(h) Pa(h)tri(h) et(h) Fi(h)li(h)o(h) et(h) Spi(h)ri(hg)tu(gi)i(i) San(hi)cto(h) (;) si(hg)cut(gh) e(h)rat(h) in(h) prin(h)ci(h)pi(h)o(h) et(h) nunc(h) et(h) sem(hi)per(h) (,) et(h) in(h) sae(h)cu(h)la(h) sae(h)cu(h)lo(hf)rum.(gh) A(g)men.(e) (::) Rorate(e+)



O Gradual desta Missa é o Prope est Dominus, aqui cantado pelo eslovaco:




 A Aleluia proposta pelo Graduale Romanum para este Domingo é o Alleluia Veni Domine. Aqui na voz do Pedro Francês:




E eis o respectivo comentário por Tiago Barófio:

ALLELUIA Veni, Domine, et noli tardare, relaxa facinora plebis tuae [III modo, mi autentico].
 
È un canto particolare a causa della presenza di alterazioni diverse dal si bemolle, fatto che ha suggerito nel medioevo e oggi diverse soluzioni. Un compromesso infelice è proposto dal Graduale Romanum che presenta l’Alleluia in mi, mentre il verso è scritto in re.  
Lo iubilus è costruito secondo lo schema “a a b” che riprende e dilata la conclusione della formula d’intonazione. Il verso – andrebbe intonato una seconda (re) e non una terza (do) sotto la finale dell’Alleluia – si caratterizza per il susseguirsi serrato di formule ad arco che presentano analogie e trasposizioni. Nell’ampio melisma su “facinora” per tre volte riecheggia il medesimo motivo che non appesantisce affatto l’esecuzione tanto è inserito in un flusso travolgente.  
A partire dall’intonazione iniziale, la melodia risuona squillante. Tocca al cantore evitare, tuttavia, di “strombazzare il canto gregoriano” secondo la felice espressione di don Andrea Lafranchi che denuncia il protagonismo irruente di alcune voci semplicemente stonate, del tutto fuori posto nel contesto orante della liturgia.  
Il movimento a onde incalzanti sottolinea la tensione della preghiera. Con “Veni” inizia una supplica accorata in cui si coniugano coraggio spregiudicato – in fin dei conti ci si rivolge a D-i-o! – e coscienza della propria miseria e povertà. Si avverte comunque l’urgenza dell’incontro da cui dipende il nostro esistere. Con “Noli tardare” osiamo rivolgerci al Signore, proprio noi che siamo impantanati in un ritardo cronico e in una pigrizia congenita. Ma più che una pretesa arrogante il cantore esprime la duplice certezza: 1] del proprio peccato, 2] della liberazione che solo D-i-o può realizzare riscattando l’individuo chiamato a divenire parte di una comunità viva, il popolo santo, eredità di D-i-o.  
Facinora” è il termine centrale del canto. L’innalzarsi e l’inabissarsi della melodia riflette gli alti e bassi di un’esistenza segnata da crimini insignificanti e da gravissimi reati. Poche o tante sono le vette raggiunte nella società, conquistate con l’inganno con danni incalcolabili a molte persone raggiunte dai contraccolpi di delitti palesi e nascosti. Pochi o tanti sono i crepacci in cui roviniamo quando perdiamo l’equilibrio instabile di una vita travolta da slavine finanziarie, frane economiche, contestazioni sociali. Tutto e sempre si erge a nostra condanna, forse accusati cinicamente da quanti ci hanno sedotti con facili successi o ci hanno usati da cavie per raggiungere i loro sporchi obiettivi.  
Il lungo melisma su “facinora” forse ci fa venire il capogiro. Senz’altro ci obbliga a ripercorrere un lungo tragitto del nostro esistere tra alti e bassi. Fino al momento in cui, rendendoci finalmente conto di chi siamo, incrociamo lo sguardo di Chi ci attende per allentare e sciogliere i nostri misfatti. Una, due, dieci, venti volte. Almeno una volta ogni anno, all’avvicinarsi del santo Natale. 
Veni, Domine, et noli tardare, relaxa facinora plebis tuae, et revoca dispersos/singulos in terram suam
20-12-2014




Em vez deste Alleluia , que poderá ser difícil para muitos coros, podeis cantar uma outra versão, simplificada, que escolhemos dentre os Aleluias triplos que o Graduale Simplex propõe; o texto em latim é o do Graduale Romanum; o texto em português é o do Leccionário Dominical:
Código-fonte GABC deste documento:



Outra versão, que toma o texto do leccionário, e a melodia da antífona da liturgia das horas conforme o Graduale Simplex:

user-notes:Aleluia;
annotation:VIII;
commentary:Lucas 1,38;
%%
(c4) Al(j)le(i)lu(h)ia.(g,hiHGhg,egFEfv,DEFGhg) (::)
<c><sp>V/</sp>.</c> Ec(j)ce(ji) an(hg)cil(hi)la(h) Do(gh)mi(g)ni,(g) (;) fi(ge)at(g) mi(fe)hi(f) (,) se(d)cun(e)dum(f) ver(gh)bum(h) tu(g)um.(g) (::) Alleluia(j+)


 

 

 

Como referido por Fúlvio Rampi, o Ofertório desta Missa é a Ave Maria, canto alusivo à Anunciação à Virgem Maria e à Encarnação do Nosso Salvador. Da partitura gregorina respectiva de St. Gall, e do tecto da Igreja de Nossa Senhora da Encarnação, no Chiado, em Lisboa, fizemos a foto de capa da nossa página do Facebook:














 Êste ofertório, cantado pelo Pedro Francês:




O cântico da comunhão para este Domingo é o Ecce virgo concipiet, aqui na interpretação do projecto Graduale:



Lêde o comentário de Tiago Barófio acerca desta antífona de Comunhão (PDF).

Transcrição Portuguesa desta antífona de comunhão, Eis que a Virgem conceberá:

Mais explicações sôbre esta peça.


De seguida, as partituras pelas quais cantámos em 2012:


Fontes: O Introitus, o Offertorium, e a Communio são os indicados pelo Graduale Romanum (e Offertoriale Triplex); a versão que usámos é a do Graduale restitum, disponível de borla na internetPara o Alleluia, escolhemos o refrão de um dos "Aleluias triplos" que constam no Graduale Simplex; enxertámos-lhe em 4º tom salmódico o texto Latino do versículo alleluítico do Alleluia Veni Domine, indicado pelo Graduale Romanum (p.36) para este Domingo, assim como, para quem prefira cantar em Português, o versículo indicado pelo Leccionário Romano (p.63); não deixe de ler, a propósito destes Aleluias, o artigo do blog Ecce super montes.

Em 2010 cantámos as seguintes:

Fontes: Intróito Rorate cæli(Graduale Restitum); Salmo responsorial (melodia do Graduale Simplex, adaptada à língua portuguesa por nós); Aleluia (Graduale Simplex); Ofertório simplificado: Ave Maria (Graduale Simplex); Comunhão: Ecce virgo concipiet (Graduale restitum); embora não façam parte da música para a Santa Missa deste Domingo, cantámos também a antífona do Ó para o dia 19 de Dezembro - O radix Iesse - e a antífona mariana Alma Redemptoris Mater (ambas do Liber usualis).


Partituras e gravação da Santa Missa de 23-12-2017:
in. Rorate celi http://pemdatabase.eu/image/5099
ky. http://pemdatabase.eu/image/4500
gr. Tollite portas http://pemdatabase.eu/image/1384
al. Ecce virgo = gr.
of. Ave Maria http://pemdatabase.eu/image/1385
sa. = ky.
ag. http://pemdatabase.eu/image/4501 
co. Ecce virgo = of.
hy. Tantum ergo
an. Rorate caeli Liber usualis 1961


Partituras e gravação da Santa Missa de 22-12-2018:
ĩt. Rorate celi http://pemdatabase.eu/image/5099
ky. http://pemdatabase.eu/image/4500
of. Ave Maria http://pemdatabase.eu/image/1385
sã. = ky.
ag. http://pemdatabase.eu/image/4501 
cõ. Ecce virgo = of.
hỹ. Tantum ergo
ãt. Rorate celi Liber usualis 1961

Antífonas do Ó / Oitava antes do Natal

Nossa Senhora do Ó, Évora.
Estas antífonas cantam-se durante a oitava antes do Natal (17 a 24 de Dezembro).

Cantam-se no Magnificat durante as Vésperas da Liturgia das Horas. E cantam-se também no lugar dos versículos aleluiáticos para aclamar o Evangelho das Missas feriais destes dias (cfr. Leccionário Ferial do Advento).

São um conjunto de 7 antífonas, baseadas integralmente em textos bíblicos, com os quais invocamos a vinda do Messias, nos seus vários títulos:
As iniciais da primeira palavra depois do O , lidas para trás, formam o acróstico ERO CRAS, «Amanhã estarei [convosco]», que é a resposta de Cristo à oração do Povo de Deus. São textos riquíssimos que certamente nos ajudam a preparar a meditação para o festa do Natal do Senhor. Não deixeis de acompanhar as meditações de Dom Gueranger para cada dia (seguir os elos acima indicados).

Segue-se uma cábula (em PDF) com as 7 antífonas em Latim segundo a ordem do Ofício Divino e da Ordo Lectionum, e sua tradução Portuguesa oficial:



Deixo-vos ainda uma transcrição destas melodias para o Português (PDF).



Proporia, então, que nas Missas feriais destes dias cantássemos o refrão aleluiático próprio desta semana, juntamente com a antífona do dia no lugar do versículo.

Nos dias que calharem na 3ª semana do Advento / Hebdomada III Adventus, o Alleluia Excita Domine, só até à bara dupla, seguido da antífona do Ó para esse dia, isto é, omitindo o versículo fixo que vem indicado no Graduale Romanum:


No 4º Domingo do Advento, cantamos o Alleluia completo da Hebdomada IV Adventus, que é o Alleluia Veni Domine, e nas missas feriais da 4ª semana cantamos o refrão deste Alleluia seguido da antífona do dia (ou melhor, do dia seguinte, uma vez que no Domingo não se cantou a antífona do Ó na Missa; deste modo chegaremos ao dia 24 de manhã ainda com um versículo para cantarmos na Missa):


Os modos gregorianos das peças em questão são diferentes, mas - como dizia Dom Cardine - o modo de cada peça é o modo como cada peça é. 

Deixo-vos um artigo que explica o significado destas antífonas:

Adviento en la música. Siete antífonas, para redescubrirlas a todas

Se cantan una por día, durante el recitado del Magnificat en las Vísperas. Son muy antiguas y valiosísimas, con referencias a las profecías del Mesías. Sus iniciales forman un acróstico. Transcriptas a continuación, con la clave de lectura

por Sandro Magister



ROMA, 17 de diciembre de 2008 – Desde hoy hasta la vigilia anterior a la de Navidad, en el momento que se recita el Magnificat, en la oración de Vísperas del rito romano, se cantan siete antífonas, una por día, cada una de las cuales comienza con una invocación a Jesús, quien en este caso nunca es llamado por su nombre.

Este septenario es muy antiguo, se remite a la época del papa Gregorio Magno, alrededor del año 600. Las antífonas están en latín y se inspiran en textos del Antiguo Testamento que anuncian al Mesías.

Al comienzo de cada antífona, en ese orden diario, Jesús es invocado como Sabiduría, Señor, Raíz, Llave, Sol, Rey, Emmanuel. En latín: Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel.

Leídas a partir de la última, las iniciales latinas de esas palabras forman un acróstico: "Ero cras", es decir, "Será mañana". Es el anuncio del Señor que viene. La última antífona, que completa el acróstico, se canta el 23 de diciembre y al día siguiente, con las primeras vísperas, comienza la fiesta de Navidad.

Quien extrajo del olvido estas antífonas ha sido, inesperadamente, "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma que se edita con el control previo de la Secretaría de Estado vaticana.

Es inusitado también el puesto de honor otorgado al artículo que comenta las siete antífonas, escrito por el padre Maurice Gilbert, director de la sede de Jerusalén del Pontificio Instituto Bíblico. El artículo abre el número previo a Navidad de la revista, donde normalmente se publica el editorial.

En el artículo, el padre Gilbert comenta las antífonas una por una. Muestra las riquísimas referencias a los textos del Antiguo Testamento y destaca una particularidad: las tres últimas antífonas incluyen algunas expresiones que se explican únicamente a la luz del Nuevo Testamento.

La antífona "O Oriens" del 21 de diciembre incluye una clara referencia al "Benedictus", el cántico de Zacarías inserto en el capítulo 1 del Evangelio de san Lucas: "Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombras de muerte".

La antífona "O Rex" del 22 de diciembre incluye un pasaje del himno a Jesús del capítulo 2 de la epístola de san Pablo a los Efesios: "El que de dos [es decir, judíos y paganos] ha hecho una sola cosa".

La antífona "O Emmanuel" del 23 de diciembre se concluye al final con la invocación "Dominus Deus noster": una invocación exclusivamente cristiana, porque solamente los seguidores de Jesús reconocen en el Emmanuel a su Señor y Dios.

Aquí entonces, inmediatamente a continuación, los textos íntegros de las siete antífonas, en latín y traducidas, resaltando las iniciales que forman el acróstico "Ero cras" y, entre paréntesis, las principales referencias al Antiguo y al Nuevo Testamento:


I – 17 de diciembre

O SAPIENTIA, quae ex ore Altissimi prodiisti,
attingens a fine usque ad finem fortiter suaviterque disponens omnia:
veni ad docendum nos viam prudentiae.

Oh Sabiduría que sales de la boca del Altísimo (Eclesiástico 24, 3),
te extiendes hasta los confines del mundo y dispones todo con suavidad y firmeza (Sabiduría 8, 1):
ven a enseñarnos el camino de la prudencia (Proverbios 9, 6).


II – 18 de diciembre

O ADONAI, dux domus Israel,
qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti, et in Sina legem dedisti:
veni ad redimendum nos in brachio extenso.

Oh Señor (Éxodo 6, 2 Vulgata), guía de la casa de Israel,
que apareciste ante Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3, 2) y en el Monte Sinaí le diste la Ley (Éxodo 20):
ven a liberarnos con brazo poderoso (Éxodo 15, 12-13).


III – 19 de diciembre

O RADIX Iesse, qui stas in signum populorum,
super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur:
veni ad liberandum nos, iam noli tardare.

Oh Raíz de Jesé, que te elevas como bandera de los pueblos (Isaías 11, 10),
callan ante ti los reyes de la tierra (Isaías 52, 15) y las naciones te invocan:
ven a liberarnos, no tardes (Habacuc 2, 3).


IV – 20 de diciembre

O CLAVIS David et sceptrum domus Israel,
qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit:
veni et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris et umbra mortis.

Oh Llave de David (Isaías 22, 22), cetro de la casa de Israel (Génesis 49, 10),
que abres y nadie puede cerrar; que cierras y nadie puede abrir:
ven, libera de la cárcel al hombre prisionero, que yace en tinieblas y en sombras de muerte (Salmo 107, 10.14).


V – 21 de diciembre

O ORIENS, splendor lucis aeternae et sol iustitiae:
veni et illumina sedentem in tenebris et umbra mortis.

Oh Sol que naces de lo alto (Zacarías 3, 8; Jeremías 23, 5), esplendor de la luz eterna (Sabiduría 7, 26) y sol de justicia (Malaquías 3, 20):
ven e ilumina a quien yace en tinieblas y en sombras de muerte (Isaías 9, 1; Evangelio según san Lucas 1, 79).


VI – 22 de diciembre

O REX gentium et desideratus earum,
lapis angularis qui facis utraque unum:
veni et salva hominem quem de limo formasti.

Oh Rey de los gentiles (Jeremías 10, 7), esperado por todas las naciones (Ageo 2, 7), piedra angular (Isaías 28, 16) que reúnes en uno a judíos y paganos (Epístola a los Efesios 2, 14):
ven y salva al hombre que has creado usando el polvo de la tierra (Génesis 2, 7).


VII – 23 de diciembre

O EMMANUEL, rex et legifer noster,
expectatio gentium et salvator earum:
veni ad salvandum nos, Dominus Deus noster.

Oh Emmanuel (Isaías 7, 14), nuestro rey y legislador (Isaías 33, 22),
esperanza y salvación de los pueblos (Génesis 49, 10; Evangelio según san Juan 4, 42):
ven a salvarnos, oh Señor Dios nuestro (Isaías 37, 20).

__________


La revista en la que se publicó el artículo del padre Maurice Gilbert, "Le antifone maggiori dell'Avvento":

> La Civiltà Cattolica

__________


Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.


__________
17.12.2008 

sábado, 8 de dezembro de 2012

8 de Dezembro




Ave Immaculata Maria,
verificação da Prophecia
feita por Deus à Nação Judia
mais do que'o bom senso prometia!
Narrar Vossa Pureza? Teria
trabalho que não acabaria,
e acabado não caberia
na Biblioteca d'Alexandria.
Permiti-m'então a galhardia
de Vos cantar minha poesia
qual gatinho fôfo que Vos mia
à porta duma cas'Algarvia.
Vós - segundo se lê na Bíblia,
que não erra mas dá garantia -
à Sancta mulher de Zacaria',
Vossa prima'Isabel doentia,
destes caridosa serventia,
obra cimeira da geriatria,
opost'a tod'a misogynia:
ela, que nunca gestado'havia,
parir sozinha não poderia,
mas pariu com Vossa Senhoria,
e do São Baptista fostes Tia,
daquêl' Propheta, que de'alegria
no ventre materno se mexia
ao 'scutar Vossa Sancta Lábia
que só ao Senhor engrandecia,
e, deste modo, como podia,
o pequeno Feto, sem mania,
em nome daquela Confraria
Romana chamada "Ecclesia",
agradado Vos agradecia
p'lo Vosso "Sim, fiat" ao Messia'
Judeu, que'anos depois haveria
de curar muitos na Samaria:
ó certíssima Hyperdulia
e authêntica Theologia!
Ó thema d'Infinit'Homilia!
A Vós, fez Vossa Mor Relíquia
- enquanto na Sancta Cruz morria,
qual 'sponja que de'almas se'embebia -
do Amado que'O Bem Noticia
e da gente Nossa Mãe tardia!
Ó eficaz Salvadora bóia,
Vós sois a completa galeria
d'O Bem que Deus nos quer e envia!
Por nós intercedeis com mestria,
obteis milagres de therapia
ou doutra qualquer categoria,
e quem sua prece Vos confia,
seja sancto que se refugia
d'algum mau anjo que combatia,
ou triste que se penitencia
da pecaminosa rebeldia,
ou os dois em um (a maioria),
seja alma que de'Amor 'stá fria,
seja cálida, seja tíbia
que pelo seu caminho coxeia,
seja quem orando principia,
seja quem nem Vos conhecia,
seja ladrão, seja polícia:
todos ganham Quem os alivia!
Concedei à nossa família,
onde não há paz mas correria,
à nossa vizinha freguesia,
e à total humana fratria,
com seus gados, cães, e mobília,
que vivamos sempr'em harmonia!
Vossa Voz qualquer mal silencia!
Maximum opus inter omnia
Dei es tu, et mirabilia
tua sunt innumerabilia!
O admirabilis scientia
Dei et oculta mysteria!
Donzela de véu e longa saia,
Triplamente Casta, quereria
eu - crede-me que não é léria
nem inconsequente theoria -
ressuscitar a Cavalaria
e reunir uma milícia
que defend'a Voss'Apologia
nesta Bendita Portugália,
minha Nobr'Imperial Pátria
- qu'inclui aquel'Ocidental Praia
chamad'outrora Lusitânia,
a Nova Vera Cruz Brasília,
Múltipl'Africana Colónia,
tanta Levantina Victória,
e aqueles com tanta cópia
erectos Padrões à Memória
do Christo, e não por vã glória,
sem menosprezar a Maresia
que ditas partes intermedeia -,
cantando - como dizendo ia -
a Vossa Virginal História
por meio da Bela Salmodia,
sancta Gregoriana Monodia
cuj'arcaica modal Melodia
s'atribui à Divin'Auctoria,
ou da Clássica Polyphonia,
promovida com Sabedoria
pela Cathólica Hierarchia
p'ra dignificar a Liturgia
da Vivificant'Eucharistia!
A Vós, por racional maioria,
que não tendes qualquer malícia,
seja prestada tal honraria!
A Deus nunca entristeceria
tal culto, mas aceitá-lo-ia
e muito nos recompensaria!
Porém, nesta minha mão vazia
de bem, só encontro porcaria;
meu infiel coração varia
conform'o lado da ventania;
sofro de tamanha covardia
que'a minha voz tímida nem pia.
Mas, Vós querendo, vem melhoria!
Vós resolvereis minh'avaria!
Ó Grávida n'adolescência
por Sancta 'Spiritual Biologia,
recebei-me na Epifania!
Útero do qual Deus se nutria,
acolhei-me para'igual magia!
Dai-me do leite que'El-Rei bebia
e da papa que'Êl' mais comia;
cantai-m'ao ouvid'o que'Êl'ouvia,
erguei-me como quando'Êl' caía,
vesti-m'a veste que Lhe servia,
sem costur'alguma, que'Êl' vestia,
ensinai-me tud'o que'Êl' fazia,
ponde-me na boca'o que'Êl' dizia,
no olhar o que'o d'Êl', puro, via,
nas mãos a força que d'Êl' saía,
e no coração o que'Êl' sentia!
Vós, que mais que'o Sol sois luzidia,
sêd'a clara Luz que me'alumia,
quer haja trevas, quer brilh'o dia,
tenha eu, ou não, mais companhia,
'que medo nenhum m'assistiria,
e Voss'Ajuda nos bastaria
- a mim, amigos, e sobraria! -
para nunca perdermos a via
quæ fert ad Æterna Cælestia!
Amen Hossana Alleluia



sábado, 24 de novembro de 2012

Bento XVI: canto gregoriano e polifonia do Renascimento para o Ano da Fé


Queridos irmãos e irmãs!

É com grande alegria que vos recebo, por ocasião da peregrinação organizada pela Associação Italiana Santa Cecília, à qual dirijo antes de tudo as minhas felicitações, com a saudação cordial ao Presidente, ao qual agradeço pelas gentis palavras, e a todos os colaboradores. Com afecto vos saúdo a vós, que pertenceis a numerosas Scholae Cantorum de todas as partes da Itália! Sinto-me muito feliz por vos encontrar, e também por saber — como aqui foi recordado — que amanhã participareis na Basílica de São Pedro na celebração eucarística presidida pelo Cardeal Arcipreste Angelo Comastri, oferecendo naturalmente o serviço do louvor com o canto.

Este vosso congresso situa-se intencionalmente na celebração do cinquentenário da abertura do Concílio Vaticano II. E vi com prazer que a Associação Santa Cecília pretendeu deste modo repropôr à vossa atenção o ensinamento da Constituição conciliar sobre a liturgia, em particular onde — no sexto capítulo — trata da música sacra. Nesta circunstância, como bem sabeis, quis para toda a Igreja um especial Ano da fé, a fim de promover o aprofundamento da fé em todos os baptizados e o comum compromisso pela nova evangelização. Por isso, ao encontrar-me convosco, quereria ressaltar brevemente como a música sacra pode, antes de tudo, favorecer a fé e, além disso, cooperar para a nova evangelização.

Sobre a fé, é espontâneo pensar na vicissitude pessoal de Santo Agostinho — um dos grandes Padres da Igreja, que viveu entre o IV e o V século depois de Cristo — para cuja conversão contribuiu certamente de maneira relevante a escuta do canto dos salmos e dos hinos, nas liturgias presididas por Santo Ambrósio. Se, de facto, a fé nasce sempre da escuta da Palavra de Deus — uma escuta naturalmente não só dos sentidos, mas que dos sentidos passa para a mente e para o coração — não há dúvida de que a música e sobretudo o canto podem conferir à recitação dos salmos e dos cânticos bíblicos maior força comunicativa. Entre os carismas de Santo Ambrósio havia precisamente o de uma aguda sensibilidade e capacidade musical, e ele, uma vez ordenado Bispo de Milão, meteu este dom ao serviço da fé e da evangelização. Em relação a isto, é muito significativo o testemunho de Agostinho, que naquele tempo era professor em Milão e procurava a Deus, procurava a fé. No décimo livro das Confissões, da sua Autobiografia, ele escreve: «Quando me voltam à mente as lágrimas que os cânticos da Igreja me fizeram derramar nos primórdios da minha fé reconquistada, e a comoção que ainda hoje suscita em mim não o cântico, mas as palavras cantadas, se são cantadas com voz límpida e com a modulação mais conveniente, reconheço de novo a grande utilidade desta prática» (33, 50). A experiência dos hinos ambrosianos foi tão forte, que Agostinho os levou impressos na memória e citou-os com frequência nas suas obras; aliás, escreveu uma obra precisamente sobre a música, a De Musica. Ele afirma que não aprova, durante as liturgias cantadas, a busca do mero prazer sensível, mas reconhece que a música e o canto bem feitos podem ajudar a acolher a Palavra de Deus e a sentir uma salutar comoção. Este testemunho de Santo Agostinho ajuda-nos a compreender o facto de que a Constituição Sacrosanctum Concilium, em linha com a tradição da Igreja, ensina que «o canto sacro, unido às palavras, é parte necessária e integrante da liturgia solene» (n. 112). Porquê «necessária e integrante»? Certamente não por motivos estéticos, num sentido superficial, mas porque coopera, precisamente pela sua beleza, para nutrir e expressar a fé e, por conseguinte, para a glória de Deus e a santificação dos fiéis, que são os fins da música sacra (cf. ibid.). Precisamente por este motivo gostaria de vos agradecer o serviço precioso que prestais: a música que executais não é um acessório ou só um embelezamento exterior da liturgia, mas ela mesma é liturgia. Vós ajudais toda a Assembleia a louvar a Deus, a fazer penetrar no profundo do coração a sua Palavra: com o canto rezais e fazeis rezar, e participais no canto e na oração da liturgia que abraça a criação inteira na glorificação do Criador.

O segundo aspecto que proponho à vossa reflexão é a relação entre o canto sacro e a nova evangelização. A Constituição conciliar sobre a liturgia recorda a importância da música sacra na missão ad gentes e exorta a valorizar as tradições musicais dos povos (cf. n. 119). Mas também precisamente nos países de antiga evangelização, como a Itália, a música sacra — com a sua grande tradição que lhe é própria, que é cultura nossa, ocidental — pode ter de facto uma tarefa relevante, para favorecer a redescoberta de Deus, uma renovada abordagem da mensagem cristã e dos mistérios da fé. Pensamos na célebre experiência de Paul Claudel, poeta francês, que se converteu ouvindo o canto do Magnificat durante as Vésperas de Natal na Catedral de Notre-Dame de Paris: «Naquele momento — escreve ele — deu-se o acontecimento que domina toda a minha vida. Num instante o meu coração foi tocado e eu acreditei. Acreditei com uma força de adesão tão grande, com uma tal elevação de todo o meu ser, com uma convicção tão poderosa, numa certeza que não deixava lugar a espécie alguma de dúvida e que, a partir daquele momento, raciocínio algum ou circunstância da minha vida movimentada puderam abalar a minha fé nem afectá-la». Mas, já sem incomodarmos personagens ilustres, pensemos em quantas pessoas foram tocadas no fundo do ânimo ouvindo música sacra; e ainda mais em quantos se sentiram de novo atraídos por Deus através da beleza da música litúrgica como Claudel. E aqui, queridos amigos, vós desempenhais um papel importante: comprometei-vos por melhorar a qualidade do canto litúrgico, sem ter receio de recuperar e valorizar a grande tradição musical da Igreja, que no gregoriano e na polifonia tem duas das expressões mais nobres, como afirma o Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, 116). E gostaria de ressaltar que a participação activa de todo o Povo de Deus na liturgia não consiste só em falar, mas também em escutar, em acolher com os sentidos e com o espírito a Palavra, e isto vale também para a música sacra. Vós, que tendes o dom do canto, podeis fazer cantar o coração de tantas pessoas nas celebrações litúrgicas.

Queridos amigos, faço votos de que na Itália a música litúrgica tenda cada vez mais para o alto, para louvar dignamente o Senhor e para mostrar como a Igreja é o lugar no qual a beleza está em casa. Mais uma vez obrigado a todos por este encontro! Obrigado.

sábado, 3 de novembro de 2012

Veterum Sapientia (1962), Papa João XXIII

Beato João XXIII, o Papa que convocou o
Concílio Vaticano II. Em 1962 escreveu a
carta apostólica que aqui publicamos, a qual
foi assinada pelo Papa no altar de S. Pedro, no
Vaticano. Esta tradução portuguesa,
 não-oficial, adaptada do site da
Associação Cultural Monfort, à
qual agradeço, e que pode ser confrontada
com a versão original em Latim no site do
Vaticano. Pedimos o favor a quem saiba de
uma tradução oficial desta Constituição,
que no-la comunique para que a possamos
substituir por esta.
A propósito do assunto, já aqui tenho
apresentado alguns exemplos de cânticos
gregorianos transcritos para o Português
,
os quais tenho cantado durante a Liturgia.
Na minha curta experiência com o assunto,
a assembleia não entende o que digo
quando canto estes cânticos em português,
especialmente se forem muito ornados
ou melismáticos, como os da Liturgia
da Palavra ou do Ofertório; para eles,
é Latim à mesma. Isto, juntamente com
o que vem escrito nesta Constituição,
mais o estarem os cânticos gregorianos
especialmente moldados ao texto litúrgico
em Latim (à sua semântica, à sua sintaxe,
à sua acentuação), o que transforma a
adaptação de tal estilo musical à língua
Portuguesa num verdadeiro trabalho de
composição para o qual não estou de
maneira nenhuma preparado, leva-
-me a abandonar por completo novas
tentativas "Gregorianáculas".
CONSTITUIÇÃO APOSTÓLICA DO PAPA JOÃO XXIII
SOBRE O ESTUDO DA LATINIDADE QUE HÁ-DE SER FEITO

JOÃO, BISPO E SERVO DOS SERVOS DE DEUS,
PARA A PERPÉTUA MEMÓRIA DO ASSUNTO

VETERVM SAPIENTIA

1. A sabedoria dos antigos, contida nas obras literárias romanas e gregas, bem como os memoráveis ensinamentos dos antigos povos, devem ser entendidos como a aurora anunciadora da Verdade Evangélica, que o Filho de Deus, «juiz e mestre da graça e da ciência, luz e guia do gênero humano» (1) anunciou nesta terra. De facto, os Padres e Doutores da Igreja reconheceram nestes antiqüíssimos e importantíssimos monumentos literários uma certa preparação dos ânimos para receber a celeste riqueza que Jesus Cristo «aquando da plenitude dos tempos» (2), comunicou aos mortais; disto resulta claramente que, com o advento do Cristianismo, não se perdeu o quanto de verdade, de justo, de nobre e também de belo os séculos passados tinham produzido.


2. Por isso a Santa Igreja teve sempre em grande consideração os documentos daquela sabedoria e antes de tudo as línguas Latina e Grega, como vestimentas douradas da mesma sabedoria; aceitou ainda o uso de outras veneráveis línguas que floresceram nas regiões orientais, que muito contribuíram para o progresso do género humano e da civilização; as mesmas, usadas nas cerimónias religiosas ou na interpretação das Sagradas Escrituras, têm muito vigor ainda hoje em algumas regiões, como contínuas vozes de um uso antigo ainda vigoroso.

3. Na variedade destas línguas certamente se distingue aquela que, nascida no Lácio, depois auxiliou admiravelmente a difusão do Cristianismo nas regiões ocidentais. E ainda, não sem disposição da Divina Providência, aconteceu que a língua, que por muitíssimos séculos havia unido tantos povos sob o Império Romano, se tornou a própria língua da Sé Apostólica (3) e, guardada pela posteridade, uniu num mesmo vínculo, uns com outros, os povos cristãos da Europa.


De facto, pela sua própria natureza, a língua latina é capaz de promover, junto a qualquer povo, toda a forma de cultura; e como não suscita inveja e se apresenta imparcial para todos os povos, não é privilégio de ninguém, e, enfim, a todos aceita e reúne. Não se deve esquecer que a língua latina tem uma nobreza de estrutura e de gramática, permitindo a possibilidade de «um estilo conciso, rico, harmonioso, cheio de majestade e de dignidade» (4), que singularmente contribui à clareza e à seriedade.


4. Por estes motivos a Santa Sé cuidou carinhosamente da conservação e do desenvolvimento da língua latina, e considera-la digna de ser usarda «como magnífica veste da doutrina celeste e das santíssimas leis» (5), no exercício do seu magistério, e quer também que os seus ministros a usem. De facto, estes homens da Igreja, onde quer que se encontrem, usando a língua de Roma, podem mais rapidamente vir a saber o que se refere à Santa Sé e ter com ela e entre eles uma comunicação mais ágil.


«O conhecimento pleno e o uso dessa língua», tão ligada à vida da Igreja, «não importa tanto às Humanidades e às Letras quanto à Religião» (6), como o Nosso Predecessor de imortal memória Pio XI nos ensinou; ele, ocupando-se cientificamente do tema, indicou claramente os três dons dessa língua, de um modo admirável, conforme a natureza da Igreja: «Com efeito, a Igreja, assim como mantém unidos no seu conjunto todos os povos e durará até a consumação dos séculos (...), exige, pela sua natureza, uma linguagem universal, imutável, não vulgar» (7).


5. E como é preciso, na verdade, que «cada Igreja se una» à Igreja Romana (8), e, tendo os Sumos Pontífices «autoridade episcopal, ordinária e imediata sobre todas as Igrejas e sobre cada Igreja em particular, sobre todos os pastores e sobre cada pastor e seus fiéis» (9) de qualquer rito, de qualquer nação, de qualquer língua que sejam, parece ser conseqüência natural que o meio de comunicação seja universal e o mesmo para todos, especialmente entre a Sé Apostólica e as Igrejas que seguem o mesmo rito latino. Assim, tanto os Pontífices Romanos, quando querem comunicar algum ensinamento aos povos católicos, como os Dicastérios da Cúria Romana, quando tratam de assuntos, quando emitem decretos dirigidos a todos os fiéis, usem sempre a língua latina, que é recebida por incontáveis pessoas, como voz da mãe comum.


6. E é necessário que a Igreja use uma língua não só universal, mas também imutável. Se, de facto, as verdades da Igreja Católica fossem confiadas a algumas ou a muitas línguas modernas que estão sujeitas à contínua mudança, e, ainda, as quais nenhuma tem sobre as outras maior autoridade e prestígio, resultaria, sem dúvida alguma, que, devido às suas variações, não seria manifestado a muitos com suficiente precisão e clareza o sentido de tais verdades, nem, de outro lado, poderíamos dispor de alguma língua comum e estável, com que confrontar o significado das outras. Pelo contrário, a língua latina, há muito tempo imune àquelas variações que o uso diário do povo costuma introduzir nas palavras, deve ser considerada estável e imóvel, visto que as novas significações de algumas palavras latinas postuladas pelo progresso, a interpretação e a defesa das verdades cristãs já foi definitivamente adquirido e estabelecido.
7. Finalmente, como a Igreja Católica, tendo sido fundada por Cristo Nosso Senhor, excede significativamente em dignidade a todas as sociedades humanas, é sumamente conveniente que ela use uma língua não vulgar, mas rica de majestade e de nobreza.


8. Além disso, a língua latina, que «com todo o direito podemos chamar de católica» (10), pois é própria da Sé Apostólica, mãe e mestra de todas as Igrejas, consagrada pelo uso perene, deve ser mantida como «tesouro de incomparável valor» (11) e como porta através da qual se abre a todos o acesso às mesmas verdades cristãs, transmitidas dos antigos tempos, para interpretar o testemunho da doutrina da Igreja (12); é, enfim, o mais idóneo vínculo, mediante o qual a Igreja da idade presente se mantém unida aos tempos passados e ao futuro de modo admirável.


9. Na verdade, ninguém pode duvidar que a língua dos Romanos e a cultura humanística sejam providas daquela força intrínseca, e mais capacitada, para instruir e formar as tenras mentes dos jovens. Através dela, de facto, formam-se, amadurecem, e aperfeiçoam-se as melhores capacidades da alma; a finura da mente e a capacidade de juízo aguçam-se; além disso, a inteligência da criança é mais convenientemente preparada para compreender e julgar no justo senso cada coisa; enfim, aprende-se a pensar e a falar com suma ordem.


10. Reflectindo sobre todos estes méritos, compreende-se por que os Pontífices Romanos tão freqüente e sumamente louvaram não só a importância e a excelência da língua latina, mas também prescreveram o seu estudo e sua prática aos ministros sagrados de todo o clero, sem omitir a denúncia dos perigos derivantes do seu abandono.


Também Nós, impelidos por esses gravíssimos motivos, tais os Nossos Predecessores e os Sínodos Provinciais (13), com firme vontade queremos empenharmo-nos para que o estudo e o uso desta língua, restituída à sua dignidade, faça sempre maiores progressos. E como neste nosso tempo começou a contestar-se em muitos lugares o uso da língua Romana e muitíssimos pedem o parecer da Sé Apostólica sobre tal assunto, decidimos, com oportunas normas enunciadas neste documento, proceder de tal modo que o antigo e jamais interrupto costume da língua latina seja conservado e, se de alguma forma ele foi colocado em desuso, seja completamente restabelecido.


Além disso, como é o nosso entendimento sobre tal tema, acreditamos tê-lo suficiente e claramente declarado quando dirigimos estas palavras aos ilustres estudiosos do Latim: «Infelizmente, muitos há que, seduzidos exageradamente pelo extraordinário progresso das ciências, têm a presunção de repelir ou de limitar o estudo do Latim e de outras disciplinas do gênero (...). Justamente movidos por esta necessidade, julgamos Nós que se deva tomar o caminho oposto. E como a alma se nutre e compenetra de tudo aquilo que mais honra a natureza e a dignidade do homem, com maior ardor se deve assimilar aquilo que enriquece e embeleza o espírito, para que os míseros mortais não sejam frios, áridos e privados de amor, como as máquinas que fabricam» (14).


11. Após ter examinado e considerado atentamente estas coisas, com a segura consciência do Nosso serviço, e no exercício da Nossa autoridade, definimos e ordenamos o quanto segue:


§ 1. Que os Bispos e os Superiores das Ordens religiosas se empenhem eficazmente para que nos seus Seminários e nas suas Escolas, nas quais os jovens são preparados para o sacerdócio, todos se voltem com empenho à vontade da Sé Apostólica e obedeçam com a maior diligência a estas Nossas prescrições.


§ 2. Que os mesmos Bispos e Superiores Gerais das Ordens religiosas, movidos de paterna solicitude, deverão vigiar para que nenhum dos seus subordinados, ansioso de novidades, escreva contra o uso da língua latina no ensino das sagradas disciplinas e nos sagrados ritos da Liturgia e, com opiniões preconceituosas, se permita de diminuir a vontade da Sé Apostólica na matéria e de interpretá-la erroneamente.


§ 3. Que, como está estabelecido nas disposições quer do Código do Direto Canônico (can. 1364) quer pelos Nossos Predecessores, os aspirantes ao Sacerdócio, antes de iniciar os estudos eclesiásticos verdadeiros e específicos, sejam instruídos na língua latina com sumo cuidado e com método racional, por mestres extremamente capazes, por um conveniente período de tempo, «também para que, atingindo disciplinas que exigem maior empenho...não aconteça que, ignorando a língua, não possam alcançar a completa compreensão das doutrinas e nem mesmo exercitar-se nas discussões escolásticas, por meio das quais a mente dos jovens se afinam na defesa da verdade» (15). E queremos que esta norma seja estendida também àqueles que, chamados pela vontade divina a receber as sagradas ordens em idade avançada, se aplicaram pouco ou nada nos estudos humanísticos. Ninguém, na verdade, deve ser introduzido no estudo das disciplinas filosóficas ou teológicas se não tenha sido plena e perfeitamente instruído nesta língua e saiba usá-la bem.


§ 4. Se, ainda, nalgum país onde se adoptou o programa de estudo próprio das escolas públicas do Estado, o estudo da língua latina sofreu diminuições prejudiciais a um ensino sólido e eficiente, decretamos que, em tal caso, seja completamente restabelecida a ordem tradicional do ensino de tal língua para a formação dos sacerdotes: porque todos devem persuadir-se de que, também neste campo, o método de instrução dos futuros sacerdotes deve ser escrupulosamente defendido, não só quanto ao número e gênero das matérias, mas também relativamente aos períodos de tempo necessários para ensiná-las. E se, por exigências circunstanciais de tempo e de lugar, se devem acrescentar, por necessidade, disciplinas comuns, nesse caso ou se prolongue o curso dos estudos ou se resuma a matéria, ou, enfim, se adie o estudo para um outro momento.


§ 5. As mais importantes disciplinas sagradas, como foi freqüentemente prescrito, devem ser ensinadas na língua latina, a qual, como o demonstra a experiência de muitos séculos, «é reconhecida como a mais apta para explicar a íntima e a profunda natureza das noções e das formas com absoluta clareza e lucidez» (16); com mais razão ainda porque ela se enriqueceu com as palavras apropriadas e precisas para defender inequivocamente a integridade da fé católica, e não está sujeita a dubiedades de qualquer vazia verbosidade. Por isso, aqueles que na Universidade ou nos Seminários ensinam tais disciplinas são obrigados a falar em Latim e usar textos escritos em Latim. Se alguns, por ignorarem a língua latina, não podem obedecer estas prescrições da Santa Sé, devem ser gradativamente substituídos por docentes especificamente preparados para tal. Se, ainda, alunos e professores apresentem dificuldades, é preciso que estas sejam vencidas pela firmeza dos Bispos e dos Superiores religiosos e pela boa disposição dos docentes.


§ 6. Como a língua latina é língua viva da Igreja, que deve ser continuamente adequada às crescentes necessidades da linguagem e enriquecida com novos apropriados e convenientes vocábulos, segundo uma regra constante, universal e conforme o espírito da antiga língua latina – regra já seguida pelos Santos Padres e pelos melhores escritores «escolásticos» - confiamos à Sagrada Congregação dos Seminários e das Universidades de Estudos a responsabilidade de fundar uma Academia de Estudos Latinos. Tal Academia, na qual é preciso que seja constituído um Colégio de Professores especializadíssimos em Latim e Grego, convocados de diversas partes do mundo, será sobretudo destinada a, não diferentemente do que acontece nas Academias nacionais constituídas para o incremento das línguas nacionais dos respectivos países, prover ao mesmo tempo um ordenado desenvolvimento do estudo da língua latina e acrescentar, se preciso, o léxico com palavras adequadas à sua natureza e ao seu caráter, e que tenha, paralelamente, cursos sobre o Latim para cada época, mas principalmente da época Cristã. Nessas escolas, todos os estudantes serão também instruídos paraobterem uma consciência mais profunda do latim, para o usarem e de modo a escreverem apropriada e elegantemente, ou ainda para o ensinar nos Seminários e nos Colégios eclesiásticos, redigir decretos ou sentenças, ou melhorar a correspondência das Congregações da Santa Sé, nas Cúrias, nas Dioceses, e nos escritórios das Ordens religiosas.


§ 7. Como a língua latina está estreitamente ligada à grega, e pelo conjunto da sua estrutura e importância dos seus textos transmitidos de geração em geração, é necessário que também nesta sejam instruídos os futuros ministros das artes das escolas inferiores e médias, como muitas vezes os Nossos Predecessores ordenaram, para que, quando se aplicarem às disciplinas superiores, em especial os cursos acadêmicos sobre as Sagradas Escrituras e a Sagrada Teologia, eles tenham as condições necessárias para se aproximarem e interpretarem exactamente não só as fontes gregas da filosofia escolástica, mas também os textos originais das Sagradas Escrituras, da Liturgia e dos Santos Padres gregos. (17)


§ 8. Ordenamos ainda à mesma Sagrada Congregação de preparar um programa de estudos da língua latina, que todos devem observar com extremo cuidado, de modo que todos os que o seguirem adquiram o respectivo conhecimento e prática daquela língua. Se fôr necessário, as Comissões dos Ordinários poderão regular diversamente o programa, mas nunca alterar ou diminuir sua natureza e o seu fim. Entretanto, os Bispos não devem actuar conforme suas decisões sem a devida análise e aprovação da Sagrada Congregação.


12. Finalmente, em virtude da Nossa Autoridade Apostólica queremos e ordenamos que quanto estabelecemos, decretamos, e ordenamos nesta Nossa Constituição seja definitivamente fixado e sancionado, não obstante quaisquer prescrições em contrário, embora dignas de especial menção.

Dado em Roma, junto a S. Pedro, no dia 22 de Fevereiro, Festa da Cátedra de S. Pedro Apóstolo, no ano de 1962, quarto do Nosso Pontificado.

JOÃO PAPA XXIII


(1) Tertull., Apol. 21; Migne, PL 1, 394.
(2) Eph. 1, 10.
- Textus editus in AAS 54(1962) 129-35; et in L'Oss. Rom. 24 Febbr. 1962, p. 1-2.
(3) Epist. S. Congr. Stud. Vehementer sane, ad Ep. universos, 1 Iul. 1908: Ench. Cler., N. 820. Cfr etiam Epist. Ap. Pii XI, Unigenitus Dei Filius, 19 Mar. 1924: A.A.S. 16 (1924), 141.
(4) Pius XI, Epist. Ap. Offιciorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 14 (1922), 452-453.
(5) Pius XI, Motu Proprio Litterarum latinarum, 20 Oct. 1924: A.A.S. 16 (1924), 417.
(6) Pius XI, Epist. Ap. Offιciorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 14 (1922) 452.
(7) Ibidem.
(8) S. Iren., Adv. Haer. 3, 3, 2; MignePG 7, 848.
(9) Cfr C. I. C., can. 218, § 2.
(10) Cfr Pius XI, Epist. Ap. Officiorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 14 (1922), 453.
(11) Pius XII, Alloc. Magis quam, 23 Nov. 1951: A.A.S. 43 (1951) 737.
(12) LEO XIII, Epist. Encycl. Depuis le jour, 8 Sept. 1899: Acta Leonis XIII 19 (1899) 166.
(13) Cfr Collectio Lacensis, praesertim: vol. III, 1918s. (Conc. Prov. Westmonasteriense, a. 1859); vol. IV, 29 (Conc. Prov. Parisiense, a. 1849); vol. IV, 149, 153 (Conc. Prov. Rhemense, a. 1849); vol. IV, 359, 361 (Conc. Prov. Avenionense, a. 1849); vol. IV, 394, 396 (Conc. Prov. Burdigalense, a. 1850); vol. V, 61 (Conc. Strigoniense, a. 1858); vol. V, 664 (Conc. Prov. Colocense, a. 1863) ; vol. VI, 619 (Synod. Vicariatus Suchnensis, a. 1803).

(14) Ad Conventum internat. « Ciceronianis Studiis provehendis », 7 Sept. 1959; in Discorsi Messaggi Colloqui del Santo Padre Giovanni XXIII, I, pp. 234-235; cfr etiam Alloc. ad cives dioecesis Placentinae Romam peregrinantes habita, 15 Apr. 1959: L'Osservatore Romano, 16 apr. 1959; Epist. Pater misericordiarum, 22 Aug. 1961: A.A.S. 53 (1961), 677; Alloc. in sollemni auspicatione Collegii Insularum Philippinarum de Urbe habita, 7 Oct. 1961: L'Osservatore Romano, 9-10 Oct. 1961 Epist. Iucunda laudatio, 8 Dec. 1961: A.A.S. 53 (1961), 812.
(15) Pius XI, Epist. Ap. Officiorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 14 (1922), 453.
(16) Epist. S. C. Studiorum, Vehementer sane, 1 Iul. 1908: Ench. Cler., n. 821.
(17) Leo XII, Litt. Encycl. Providentissimus Deus, 18 Nov. 1893: Acta Leonis XIII, 13 (1893), 342; Epist. Plane quidem intelligis, 20 Maii 1885, Acta, 5, 63-64; Pius XII, Alloc. Magis quam,23 Sept. 1951: A.A.S. 43 (1951), 737.

domingo, 28 de outubro de 2012

«Donde se canta o salmo responsorial?»

Através do website do Secretariado Nacional de Liturgia de Portugal:
Pergunta: 
O salmista deve cantar o salmo do ambão ou do seu lugar no coro, caso faça parte deste? 
Resposta: 
_                                           .
RG: Responsoriale Graduale
_                     .
V: Versiculus
O lugar habitual donde o salmista deve cantar o salmo responsorial é o ambão. Porquê? Primeiro porque o texto do salmo é uma leitura da palavra de Deus, ainda que em verso, com a mesma dignidade das outras leituras em prosa, e estas devem proclamar-se do ambão [“Na celebração da Missa com o povo, as leituras proclamam-se sempre do ambão” (IGMR 58)]; segundo porque o ambão é um lugar elevado, donde o salmista pode ser visto em melhores condições por toda a assembleia; terceiro porque, regra geral, o ambão dispõe dos meios técnicos necessários (microfone, iluminação própria) para que o salmista possa ler sem dificuldade e seja bem escutado em todo o espaço celebrativo: “A dignidade da palavra de Deus requer que haja na igreja um lugar adequado para a sua proclamação e para o qual, durante a liturgia da palavra, convirja espontaneamente a atenção dos fiéis... Do ambão são proferidas unicamente as leituras, o salmo responsorial e o precónio pascal” (IGMR 309). 
Mas será apenas do ambão que o salmista pode cantar o salmo responsorial? Feita assim a pergunta, a resposta terá de ser mais matizada, pois a Instrução geral diz, noutro lugar: “O salmista ou cantor do salmo, do ambão ou de outro sítio conveniente, recita os versículos do salmo” (IGMR 61). Apesar do ambão continuar a ser citado em primeiro lugar, a verdade é que se acrescenta, como alternativa, ou de outro sítio conveniente. Que outro sítio conveniente será este? Talvez o coro, caso o salmista faça parte dele. Mesmo em tal caso, porém, julgo preferível que o salmista se desloque do coro para o ambão. Assim o tenho visto fazer em Fátima, nos Encontros Nacionais de Pastoral Litúrgica, promovidos pelo Secretariado Nacional de Liturgia, sempre que o salmista de determinada celebração está integrado no coro.
Um colaborador do SNL 
(BPL 135-136)

domingo, 14 de outubro de 2012

«Uso de CDs nas celebrações»

Pergunta: Gostaria de uma orientação sobre o uso de CDs nas celebrações, por exemplo, na coroação de Nossa Senhora. 
Resposta: Penso que a celebração à qual a consulente se refere é a Coroação da Imagem da Virgem Santa Maria, que vem no Ritual da Celebração das Bênçãos (Edição da Conferência Episcopal Portuguesa, p. 563-583). Aconselho-a a ler os respectivos preliminares e a descobrir que se trata de uma celebração muito solene e que exige, da parte de quem a organiza, muita sensibilidade litúrgica. 
Penso também que a consulente é brasileira (estarei enganado?), pelo que terá que confrontar a resposta que aqui lhe dou, com as possíveis orientações dos bispos do Brasil, quanto ao uso de música gravada na liturgia.  
Faço, primeiro, as seguintes observações gerais: 1) nem toda a música serve para ajudar à oração e exprimir os mistérios celebrados na liturgia; 2) A Coroação da Imagem da Virgem Maria não é a Celebração da Missa: esta exige mais cuidados; 3) Apesar disso não devemos banalizar nenhuma celebração litúrgica. 
Assim, dir-lhe-ia: Primeiro: utilizar música de um CD como ambientação para uma celebração da Coroação da Imagem da Virgem Maria (isto é, antes da celebração) ou como prolongamento da mesma (isto é, depois da celebração), desde que se trate de música litúrgica relacionada com Nossa Senhora, e se possível até com a celebração em causa, penso que é perfeitamente legítimo, porque tal tipo de música está previsto, por exemplo, na celebração das Missas com crianças: “Pode-se empregar música gravada nas missas com crianças, de acordo com as normas fixadas pelas Conferências Episcopais” (EDREL 2791). Ora se a música gravada é legítima nesses dois momentos da Missa com crianças (como ambientação e como prolongamento), como não o seria na celebração de que estamos a falar? 
Segundo: utilizar música de um CD durante a própria celebração, isso não se deve fazer nunca, porque uma celebração, qualquer que ela seja, é um acto vivo da nossa fé, feito por pessoas vivas, e não uma montagem audio-visual. Acto vivo, dirigido a Deus que é o Vivente, Aquele que vive sempre, exige vozes vivas, música viva, actores vivos, textos vivos... e não pessoas, vozes, actores, textos ou músicas “enlatadas”, ou “de conserva”. Flores naturais, mesmo que não sejam muito bonitas, são sempre muito mais belas do que flores artificiais. Aliás, estas estão sempre proibidas na liturgia. 
Não sei se me fiz entender pela consulente. Para Deus e para Nossa Senhora nunca escolha coisas postiças, guardadas em conserva. Ofereça-lhe o que sai dos seus lábios, do seu coração, coisas frescas, como água que saltita da nascente... mesmo que não sejam tão eruditas, tão correctas formalmente falando, tão bonitas ou tão bonitinhas. 
Há tanta coisa bela, entre os cânticos litúrgicos dedicados à Mãe de Deus, e que podem utilizar-se numa celebração da coroação da sua imagem, que seria impróprio de cristãos substituí-los por outros cantados sabe-se lá por quem. 
Poder-me-á responder: o problema é que ninguém sabe cantar coisas dessas naquele momento. Então ofereçam a Nossa Senhora a vossa pobreza, mas não tentem enganá-la, querendo mostrar-lhe que sabem cantar e tocar muito bem. 
Um colaborador do SNL 
(BPL 141-142)

domingo, 19 de agosto de 2012

61ª Semana de Estudos Gregorianos



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